David Fdez Montero

David Fdez Montero
Cressi-sub España

viernes, 28 de diciembre de 2012

Despidiendo el 2012...


Como cada año cuando se acercan estas fechas, el que más y el que menos, hace examen de conciencia y analiza en muchos aspectos lo que ha dado de sí el año.
Este tipo de reflexiones se suelen tener a determinadas edades ya que recuerdo que cuando era más chaval (de eso no hace mucho, que conste!!!) no me preocupaban lo más mínimo dichas sandeces, pues para mí no eran más que eso y todo se reducía a vivir despreocupadamente….bendita ignorancia!!!
Ahora pienso en esos años con cierta nostalgia, aquellos veranos interminables que daba tiempo a todo e incluso a aburrirse, esas vacaciones de navidad que parecían eternas….no imagináis la de veces que deseé que pasaran volando hasta llegar ese “fatídico” 6 de Enero; lo cual era un tanto absurdo pues con la llegada de los regalos de Reyes Magos aparecía esa extraña sensación, que hoy conozco como ansiedad, porque lo bueno llegaba a su fin.
En realidad si nos parásemos un momento nos daríamos cuenta que esta mentalidad, propia de alguien que desconoce los verdaderos entresijos de la vida, solemos aplicarla a todo lo que rodea nuestro día a día. Ese padre que desea que su hijo crezca para sentirse un poco más liberado, ese hijo que desea crecer para ganar en libertad……un invierno frío y desapacible maldecido hasta la saciedad en pos de un soleado verano, un verano caluroso que nos castiga sin cesar con constantes subidas de temperatura mientras se dibuja, en nuestro rostro, una leve sonrisa por aquel aciago invierno……..esos nervios incontrolables, previos a cualquier examen,  que a la vuelta de no mucho tiempo terminamos añorando…… Estos son algunos ejemplos de cómo dejamos pasar la vida sin casi darnos cuenta, mi propósito para este año gira en torno a eso; simplemente me he propuesto disfrutar cada momento o más bien vivirlo, porque aún siendo malo seguro que sacaré alguna lección positiva de él, mientras que si sólo me limito a dejarlo pasar no habré saboreado nada y cuando quieras darte cuenta estarás (en el mejor de los casos) contando batallitas a tus nietos……así que para este nuevo año que empieza intentaré, como objetivo, gritar a los cuatro vientos  “CARPE DIEM” .   

La historia que os voy a narrar sucedió, un día como hoy, hace exactamente un año y a pesar de no tenerlo muy claro, hice de tripas corazón y me lancé al agua con la ilusión de una nueva jornada.
El día amaneció bastante bien, el sol atenuaba el frío “polar” que generaba el viento del norte y que obligaba a abrigarse en exceso e invitaba a seguir en el sofá de casa; finalmente, tras dudar durante un buen rato, preparé los bártulos y me mentalice para la batalla.
No tenía datos del agua así que en un primer momento preferí no alejarme mucho de casa y fui tanteando las zonas más cercanas. Al llegar al primer punto el agua no tenía un color excesivamente bueno y, ya que iba a realizar un gran esfuerzo, prefería unas aguas más limpias, pensé.
De todas formas aproveché esa primera parada para saludar a un buen amigo que, por aquel entonces, trabajaba allí. No creo que exista nada peor que dos pescadores con ganas de hablar de pesca, cosa muy frecuente entre nosotros, obteniendo como resultado casi toda la mañana empleada, que no perdida, en narrar “alguna que otra” aventura de tiempos mejores.
Cuando quise darme cuenta ya eran las tres del medio día, descartando de esta forma cualquier posible desplazamiento a no ser que quisiera llegar a mi destino para ver la puesta de sol…….me da a mí que la única posibilidad es enfrentarme a esas aguas, que más bien parecían decirme “vuelve a casa que por hoy será lo mejor”, pero decidí seguir en mis trece y volví por mis fueros. Me despedí y seguí mi ruta hasta una zona no muy lejana.
Tenía pensado visitar unas piedras que llevaba meses viendo repletas de enormes lisas con la esperanza de que los robalos, o algún otro depredador, hubiesen escogido dicho lugar para alimentarse.  Tras aparcar el coche y sacar el equipo, miro detenidamente al mar, me fijo en la serie de olas que me saludan a mi llegada al tiempo que observo el dudoso color del agua, todo invita a retirarse así que monto las cosas y saco el coche para salir pitando hacia otro pesquero……pero en ese momento algo me dice “NO, total cualquier sitio es bueno y para echar un rato este vale igual”.
Vuelvo atrás y aparco mientras me convenzo de que lo más importante es disfrutar de un día de agua, que “¿Quien sabe lo que me depararán estas condiciones tan adversas?”.
Una vez en el agua la visibilidad no parece tan mala así que me lo tomo con calma y me pongo a nadar hasta llegar al lugar elegido. La distancia a recorrer no es precisamente corta e intento algunos planeos para ver si localizo alguna pieza despistada pues tengo en mente jugármelo todo a una carta. La temperatura es bastante baja y al poco tiempo empiezo a notar los efectos del frío, por suerte una nueva bajada me deja ver que he llegado a la zona crítica.
En este tipo de situaciones hay que ser muy selectivo en los disparos pues un fallo o la captura de una pieza de menor interés, mandarán al traste cualquier posibilidad de hacerse con una buena pieza. Intento ventilar pero las gélidas temperaturas me impiden hacerlo correctamente, aún así logro hacer un buen acecho seguido de una espera aceptable….no veo nada interesante salvo las lisas y un sinfín de pequeños peces que pululan nerviosos, sin rumbo fijo, como queriendo decirme algo.
Vuelvo a bajar y estaba vez se intuye la presencia de un depredador, los peces están muy nerviosos, hasta el punto de que casi intentan meterse debajo de mí. Justo al final de mi apnea, por la espalda, aparece una gran chova (anjova) pero no muestra el más mínimo interés, a pesar de tener la opción de un tiro largo, prefiero aguantarme en pos de un pez de “más categoría”.
Esta vez me mentalizo a conciencia, debo ser muy silencioso, discreto pero sobretodo efectivo. Inicio el descenso consiguiendo que las lisas no se alteren, me deslizo por un pasillo de piedra que forman dos grandes bloques y me coloco al ras del fondo; los segundos se suceden, los peces no parecen estar nerviosos pero de pronto el tiempo se para…..todo ser vivo que por allí nadaba se pega a las piedras intentando pasar desapercibido, al momento una gran cabeza aparece en el límite de la visibilidad acercándose hacia mi posición casi mecido por la suave corriente de vaciante.
No sabe donde estoy aunque me intuye, aguanto sin pestañear para evitar delatarme, se aproxima hasta colocarse encima de mí…….momento que aprovecho para alargar el brazo buscando un tiro mortal o al menos que evite una arrancada que termine con la perdida de tan magnífica captura.
La varilla entra cuatro dedos por delante de su hocico pero no sé si termina de atravesarlo pues, a pesar del buen tiro, el animal sale disparado como un rayo sin darme opción a frenarlo. En un primer momento tira con fuerza pero se cansa rápidamente y nada a media agua sin ser capaz de alcanzar el fondo, como buenamente puedo llego hasta la boya para desenganchar el otro fusil para rematarla pero, casi por obra de magia, el animal empieza a tirar otra vez, por un momento llegué a pensar que sabía lo que estaba haciendo; finalmente logré doblegar al pez con un segundo disparo asegurando una pieza para el recuerdo.

El sol se estaba poniendo cuando llegaba a la orilla de la playa, la mar aportaba su granito de arena planchándose por completo a mi regreso como si de una alfombra roja se tratase, exhausto pensaba en lo equivocado que estaba al no querer aprovechar ese día por el simple hecho de que todo no estaba a “mi gusto”. Creo que recordando esta salida, mientras buscaba las palabras para compartir con vosotros esta aventura, fue cuando comprendí lo importante de vivir el momento, de no dejar las cosas para otro día y sobre todo de disfrutar de cada experiencia.
La única realidad es que nadie sabe lo que le deparará el futuro, entiendo por “futuro” los próximos años, los próximos meses, los días que todavía nos quedan por vivir de este 2012 y si me apuráis las últimas horas de este día pues el mañana se construye segundo a segundo del mismo modo que vosotros estáis construyendo el vuestro mientras leéis estas líneas así que amigos míos, “gracias por leerme y permitirme formar parte de vuestro tiempo”.

Disfrutad de lo que queda de año y no lo olvidéis       “CARPE DIEM”.    





Un saludo a todos y felices fiestas junto a una mejor entrada de año